ELLA LO SABÍA
- Mario Barrientos
- 15 sept 2022
- 4 Min. de lectura
“De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.” Mateo 26.13
ELLA LO SABÍA...
Entró a casa de Simón sin ser invitada; interrumpió la cena que le ofrecían a Jesús, sin importarle que la vieran con desprecio… todos conocían su mala reputación.
Se acercó a la mesa y derramó sobre Jesús un perfume de gran precio; se arrodilló y, llorando, comenzó a regar con lágrimas los pies del Señor; los enjugaba con sus cabellos y los besaba sin cesar.
Ninguno de los presentes lo entendió; es más, el fariseo que invitó a Jesús, llegó a pensar, que si hubiera sido profeta, hubiera conocido quién y qué clase de mujer era la que le tocaba. Por eso, el Señor, tuvo que comparar su pobre actitud como anfitrión con la de ella, para que comprendiera, la gratitud y el gran amor de esa mujer:
“Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama." Lucas 7.47
Tampoco los discípulos lo entendieron; es más, ellos pensaron que eso había sido un desperdicio; hasta se enojaron y murmuraron contra ella, diciendo, que bien podía haberse vendido y dado el dinero a los pobres... -Déjenla en paz- dijo el Señor:
“ …al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura.” Mateo 26.12
¡Sorprendente! ¿verdad?: Esta mujer, había llegado a ungir el cuerpo del Señor para la sepultura y… nadie más lo sabía; ni Pedro, ni Juan, ni Jacobo, que eran los discípulos más cercanos. Era la última semana de Jesús en la tierra y, ninguno de ellos lo había entendido todavía:
“Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; pero después de muerto, resucitará al tercer día. Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.” Marcos 9.31-32
¡Increíble! ¿verdad?: Sólo ella había entendido y creído en la muerte y la resurrección del Señor... sólo ella lo sabía.
Ella lo sabía… y no podía dudarlo; sabía que Él se entregaría por amor; que Él moriría para pagar el precio de todos sus pecados.
Ella lo sabía… había llegado convencida de que eso era necesario conforme a la justicia de Dios; había comprendido que eso era lo único que podría permitirle a ella, y al mundo entero, recibir, por fe, la salvación:
“Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, vé en paz.” Lucas 7.48-50
Ella, era María; la mujer que acostumbraba a escucharlo sentada a Sus pies... la única que, seguramente, le preguntaba sin miedo sobre la cruz y la resurrección.
"(María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos. )" Juan 11.2
Así, lo narra el evangelio de Lucas:
“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.
Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.
Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.”
Lucas 10.38-42
Ella lo sabía… porque, a diferencia de Marta, no se distraía en atenderlo cuando Él las visitaba; pues, entendía, que lo importante no era prepararle comida o bebida, a Aquel que multiplicaba peces y panes para proveer a una multitud:
“Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;
Porque mío es el mundo y su plenitud.”
Salmos 50.12
Ella lo sabía… porque, a diferencia de Marta, dejaba todo por escucharlo sentada a Sus pies; pues, encontraba en Su presencia, reposo y aliento; consuelo y perdón, sin importarle el juicio de los hombres, la costumbre o la religión:
“Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado.” Isaías 29.13
Ella lo sabía… porque, a diferencia de Marta, mantenía sus oídos atentos a lo que Él decía; se sentía comprendida y amada; recibía en Sus palabras, fortaleza y alimento para el alma; disfrutaba el escuchar Su voz:
“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos.” Jeremías 15.16
Ella lo sabía… porque, a diferencia de Marta, comprendía que sólo una cosa es necesaria para agradar a Dios; pues, todo lo que Él nos pide, y lo único que le podemos dar es el corazón:
“Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos.” Proverbios 23.26
Ella lo sabía… y el mundo entero, lo debe saber hoy.
Si pudiéramos escuchar a María, seguramente, este salmo en sus labios, sería más que una oración:
"He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo,
Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría." Salmos 51.6
“La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto” Salmos 25.14
Cristo vive y te ama
Es necesario nacer de nuevo
Arrepiéntete y cree en el evangelio
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